Aún nos queda el alma es un relato comprometido, diría que íntimo. Luis Casadevall, hasta donde intuyo, no denuncia con sus fotos, no critica: solo atestigua con los recursos a su alcance y nos muestra lo que ha visto. Y ese testimonio visual, que se expresa con más alaridos de dolor que risas y gritos de alegría, es el que hoy envuelve el alma de esta ciudad, que es mi ciudad y que, desgarradoramente, se va pareciendo cada día menos a lo que debería ser mi ciudad. Aunque confío en que su alma, si es en verdad un alma y se comporta como tal, sea, por lo tanto, inmortal. Amén.
— Leonardo Padura En Mantilla, La Habana, enero de 2025